Es importante llamar a las cosas por su nombre. El lleure no es saltar a la comba. En esta ciudad lo estamos viviendo. Muchas entidades que nacieron como esplais, como entidades puramente lúdicas, se están responsabilizando de detectar y contener problemáticas en los barrios.
Nos referimos a problemáticas de verdad: malnutrición infantil, problemas de salud derivados de la falta de higiene, analfabetismo, frío, y algo que no miden los índices y no por ello deja de ser importante: la tristeza de niños, niñas y adolescentes.
¿Alguien está dispuesto a estar en la calle cada día para luchar contra eso? Pues adelante, os esperamos con los brazos abiertos.
Os hablaré de ellas, de las entidades de lleure, para que entendáis más a lo que se dedican:
Están ocupándose del tiempo libre de niños, niñas y jóvenes. No es poca cosa. Intentan transmitir una conciencia social que cada vez necesitamos más en nuestras comunidades y en este mundo egoísta cada vez más desigual. Y son una medicina que actúa día a día, sin descanso, en las personas desde hace muchos años. Ni nos imaginamos los efectos de su desaparición a corto, medio o largo plazo. La fractura social podría ser dramática.
El ”engranaje“ es muy delicado, y no podemos tocar cosas tan importantes. Podemos apretar las tuercas, podemos recortar, pero no las podemos NINGUNEAR.
Los que mandan tienen que entender que mientras unos entregan comida para que la gente cene hoy, otros están mentalizando a los más pequeños de que no podemos permitir que nadie pase hambre. Se está educando a personas para que ayuden a otras personas de la forma mas efectiva: mediante el ejemplo.
Año tras año, y dándose cuenta o no, estas entidades han ido conociendo el territorio. Cada esquina, cada baldosa. Algunas, durante más de 30 años, han observado sus barrios, y han luchado para mejorar aquello que no funciona. La participación es convivencia, integración, solidaridad. Eso es lo que puede sostener los problemas en la calle. Y eso son las entidades de lleure. Puro altruismo.
Actualmente, la situación es muy tensa. Algunos políticos, y algunos que no lo son pero les gustaría serlo, quieren desacreditar a estas entidades porque estas no han querido jugar a la precariedad. Nadie gana con esto: ni las entidades, ni los políticos, ni la ciudad.
Si no se confía, que nos digan cuál es la alternativa, y algunos estaremos encantados de abandonar la lucha y dedicarnos a pensar en nosotros mismos. Pero sin abandonar a aquellos que no pueden defenderse ni votar. A esos no los abandonaremos nunca.
Un trabajo tan evidente no puede depender de partidos, enemistades, frustraciones ni apuestas personales por otros proyectos.
No olvidemos que en una época en la que todo funcionaba, y en la que no estábamos en situación de emergencia, cuando ni los niveles de pobreza infantil, ni el paro juvenil, ni el desánimo general eran tan altos… unos políticos más conservadores que los de ahora decidieron apostar por este tipo de entidades. Casi 20 años después, y con una situación límite, no nos van a convencer de que no son tan necesarias simplemente para no tener que reconocer errores.
Noel Duque
President del Consell de Joves de Terrassa i membre de l’esplai La Fàbrica de Can Tusell
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